Lamento los "novillos bloggeros" que ayer os comentaba en twitter, pero el lunes ha sido especialmente duro, después de un fin de semana divertidísimo en Granada en la despedida de soltera de una buena amiga. Duro para mi cuerpo, que ya no está para estas fiestas, y duro para mis pies, especialmente, que con tacones han sufrido el adoquinado de la ciudad del Darro (sólo a mí se me ocurre).
Hoy quiero recuperar, aunque tarde, respecto a las horas a las que suele ser habitual en mi actualizar, mi ritmo habitual, reflexionando sobre una película que revisioné el otro día en La Sexta 3: Reality Bites.
Una adorable cinta de 1994 dirigida por Ben Stiller y protagonizada por, además de Stiller, Winona Ryder y Ethan Hawke.
Para mí, Winona está espléndida, su estilismo, su pelo... todo en ella me encanta en esta película que tiene ese aire noventero que tanto veremos esta temporada.
Como recordaréis, se la bautizó como la película de la Generación X, mi generación, se supone, una generación sin expectativas ni posibilidad alguna de evadirse de un sentimiento profundo de frustración y que lucha contra los tópicos de una sociedad plagada de esterotipos en la que no tienen cabida la creatividad ni la diferencia.
Ahora, miro a mi alrededor y veo que muchas cosas han cambiado, pero otras siguen siendo iguales que las del escenario en el que se desarrolla la historia de Lelaina y Troy.
Los de esa generación nos hemos encontrado con un mundo que aunque ha superado ciertas barreras y se ha despojado de ciertos tópicos, sigue imponiendo un way of life que establece cómo deben ser nuestras vidas, un trabajo estable, tres master, una casita en las afueras, estar felizmente casados, con hijos y una cuenta de ahorro. Con la diferencia de que todo se ha ido al carajo.
Nos hemos tenido que conformar con un piso minúsculo en muchos casos de alquiler, un trabajo de mileuristas de sol a sol (en el mejor de los casos) y el mismo profundo sentimiento de frustración causado por no haber cumplido con lo que se esperaba de nosotros.
Quizá es que somos muy románticos, quizá es que nos ponemos metas demasiado altas o simplemente que las metas que nos ponemos no son aquellas que nosotros queremos batir. Quizá deberíamos replantearnos cuáles son nuestras metas antes de sentirnos frustrados.
¿Qué pensáis?
xoxoMery
Me encanta esa peli Mery,tengo la banda sonora por cierto.Tu post es de lo mas reflexivo,me has recordado a Carrie Bradshow,y creo que, en efecto,nos hemos puesto metas muy altas, porque es lo que tenemos a nuestro alrededor y aqui y ahora vivimos un poco como borregos en redil.Y yo, personalmente, estoy enferma de consumitis y eso no ayuda mucho.Quieres una camisa,te mueres por ella,no tienes dinero pero no paras hasta que no la tienes y cuando ya la tienes quieres algo que combine con ella.Una falda que viste mientras buscabas la camisa o unos slim jeans que has ojeado en un blog.Creeme,esto es una locura.
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