Lo que no te cuentan

Buenos días


Aunque a mi ritmo, como veis, intento no abandonar del todo este rinconcito a pesar de que este calor lo llevo con más cansancio del habitual, debido al pequeño "alien" que crece dentro de mi barriguita y se come toda mi energía.


Hay que ver cómo cambia la vida, el otro día recordaba el verano del año pasado y ese estupendo viaje a la costa oeste de EEUU y pensaba qué diferente iba a ser este verano. Para mí, el verano era un entrar y salir constante, de playa en playa, de festivales, y de sarao en sarao, que si mojitos, que si cervecitas que si "parriba" que si "pabajo"... pero éste no.


En este no habrá viaje transatlántico ni noches de aeropuerto ni mojitos ni grandes fiestas. Éste toca parar, estar tranquila y dejarme mimar mientras los colegas se van al FIB y esperar. Esperar a que la vida me cambie aún más, supongo que para bien. Y digo supongo no porque no esté convencida de  mi maternidad que es súper deseada y buscada, sino porque con esto del embarazo he descubierto muchos mitos, que son eso sólo mitos y muchas, muchas cosas que nadie te cuenta...


El mito por ejemplo de la embarazada guapísima. Lo siento pero eso será  Elsa Pataki o alguna pajarraca de éstas porque en mi caso no ha habido ni pelazo, ni cutis resplandeciente, ni se acabaron las depilaciones, ni nada de eso. En mi caso el embarazo se anuncio con dos herpes que me transformaron en Carmen de Mairena, un pelo más muerto que el de Shakira y unas ojeras que me llegaban a los pies. Si a eso le sumáis cuatro meses iniciales de vómitos y nauseas constantes, el panorama no es precisamente el ideal. 


Los ascos y las comidas son un capítulo aparte. Me considero un paladar agradecido, lo cierto es que hay pocas cosas que no me gusten, pero durante los cuatro primeros meses si veía un filete o cualquier tipo de pescado salía corriendo en dirección contraria. 


Pero gracias al cielo, todo pasa y después de la semana 16 todo ha empezado a cambiar, las vaquitas y los peces han vuelto a formar parte de mi dieta y las nauseas has desaparecido. También los problemas de piel y las ojeras y empiezo a vislumbrar algo de eso que llama la estado dulce de la mujer embarazada.


Además, en las ecografías he dejado de ver a un ser a medio camino entre el Pozi (tienen unos brazos larguísimos al principio) y E.T.E. y empiezo a distinguir a un pequeñajo que a mi me parece el más guapo del mundo. Debe ser verdad eso de que el instinto maternal hace que te olvides de los sinsabores y sentir una pequeña patadita hace que se te salten las lágrimas de la emoción (y la de la grima también un poquito jiji)


En fin, que si repetimos tantas mujeres será por algo. Yo de momento, y a pesar de todo lo anteriormente citado, me siento feliz y contenta de cambiar los mojitos por limonadas y espero disfrutar de esta espera y de lo que vendrá después.

xoxo
Mery